HORA CERO | Por: Luis Alberto Romero
Como en todo el país, el Partido Revolucionario Institucional enfrenta en Veracruz una profunda crisis: descrédito, desconfianza ciudadana, y una imagen que se relaciona con la corrupción y la tranza.
Por si fuera poco, el partido cuenta con una dirigencia prácticamente inexistente por su escaso nivel de interlocución con otras fuerzas políticas.
En el Altiplano, Alejandro Moreno Cárdenas se aferra a la dirigencia nacional, a pesar de que ha encabezado la peor etapa en la historia del partido y de las voces que al interior exigen su salida.
“Alito”, como le conocen en el tricolor, ha sido evidenciado en reiteradas ocasiones por los audios filtrados desde el gobierno de Campeche; a estas alturas, el dirigente del PRI genera más escándalo que operación y trabajo político.
A estas alturas, la alianza con el PRI de Alejandro Moreno podría significar para la oposición –PAN, PRD y MC– más un lastre que una ventaja competitiva. Aun así, y a pesar de su dirigencia, el tricolor no deja de representar más de una docena de puntos porcentuales, necesarios para la alianza opositora.
En Veracruz, mientras tanto, Marlon Ramírez parece agazapado; y al igual que Moreno Cárdenas, carece de capacidad de interlocución. Simplemente al interior no lo ven como un personaje confiable.
Pareciera que las principales cartas del partido decidieron desde hace mucho cortarle vuelta a Ramírez Marín y caminar sin preocuparse por lo que hace o deja de hacer Marlon Ramírez.
En el actual escenario nacional y en el marco de la carrera por la sucesión, lo único rescatable en el tricolor, un partido cuyos mejores años pasaron hace más de dos décadas, han sido las declaraciones de la ex presenta del Comité Ejecutivo Nacional, Beatriz Paredes Rangel, quien es una de las cartas con mejor imagen en el priismo.
Beatriz Paredes ha expresado su aspiración por llegar a la Presidencia de la República; es de los pocos personajes del PRI que se ha mantenido alejado de escándalos de corrupción; y cuyo discurso resulta bien articulado.
Entre la ex gobernadora de Tlaxcala y el actual dirigente del partido no sólo hay muchas diferencias, sino una brecha enorme, por la capacidad, la trayectoria y la imagen pública; porque mientras Alejandro Moreno es visto como una figura ligada a la corrupción, la mujer representa lo mejor que puede representar a este viejo partido, que casi llega a los 100 años.
Igual que Beatriz Paredes en el Altiplano, en Veracruz ha recobrado notoriedad la imagen del diputado federal José Francisco Yunes. Como la ex lideresa del partido, el ex senador ha declarado su aspiración por buscar la gubernatura, representando al PRI en una alianza de fuerzas opositoras.
Pepe Yunes perdió en 2018 la elección para gobernador del Estado, pero su trayectoria en las urnas aun así es impresionante: ha sido alcalde, diputado local y federal, así como senador; y en 2021 fue el único priista veracruzano en ganar su elección –Distrito de Coatepec–.
Yunes Zorrilla remará a contracorriente en este proceso: el PRI enfrenta un enorme desgaste y un descrédito impresionante; aunque tiene dirigencia formal, el tricolor parece acéfalo; además, no es el partido mayoritario en la oposición –lo es el PAN–.
El punto a favor del peroteño es que entre los políticos opositores en la entidad, es el personaje más conocido y con mejor imagen, a pesar de su partido.